lunes, 29 de agosto de 2011

El cielo tiene el color que vos quierás

Mira su garganta anudada, percibe sus ganas de gritar,
la abraza fuerte y la mima,
porque siente su cuerpo pesado,
porque el adentro de ella se siente por fuera también…

Mira desilusión en su cara de piña,
la sigue abrazando
y le pide que no se baje del mundo y siga adelante, aunque el tiempo no se detanga….
A pesar de que todo siga igual (a simple vista)

Las tardes de domingo pocas veces significaron otra cosa que no sea nostalgia…
unos ricos mates le pondrían otro sabor.

Recoge los pedacitos de cielo y los pega con mucha cinta de encomienda, paciencia…
no es mecánico de barriletes,
pero se las arregla para soldarle los agujeritos
y la invita a remontarlo alto, muy alto..

Como su llanto, él, se amontona,
desliza el brazo y cubre su cuerpo…
no termina de salir…

La tormenta ya no vacila, no es contenida
baldea sus mejillas,

Sigue abrazando,
sigue apretando,
estrujándola como una esponja
Para dejarla seca, retirar el agua….

Más silencio en los bolsillos,

Nada se dice…

Sigue convencido de que los abrazos sanarán su desilusión….
Porque hay que seguir,
tantas cosas esperan,
muchas vidas sonrieron por su culpa…

¡Dejá de hacer equilibrio! Le dice al oído.
¡Vení, jugá conmigo! Jugá con nosotros…

Inevitablemente, sin hacer esfuerzo,
La primavera llegará…
nada puede contra los azahares…
contra los abrazos

La espera no será mucha

Va a pasar,
cuando lo haga,
seguiré aquí…

Brazos amortiguados,
acalambrados,
perseverantes.

Vos,
ojitos saltones,
cabeza de piña,
ganas de salvar al mundo…

Seguré estando…
y es que tengo tantos abrazos,
besos,
curitas,
ganas de que estés bien...


Para que se entienda...
http://garabateando-me.blogspot.com/2011/08/tendra-el-cielo-tu-color.html

martes, 9 de agosto de 2011

Sin palabras.



70 años de amor, 70 estaciones pasaron más rápido que el aleteo de una mariposa, duraron menos que un cortado con galletitas, un toc-toc de tekila. 70 años, fueron pocos. Fueron nada; porque la eternidad que nos prometimos duraba, lo que duraba una vida. Verte, tocarte, llorarte; volver a verte, tocarte y llorarte, es convencerme que la libertad que despierta verte dormido es, una de las cosas más dolorosas. Te amo, lo sé; te amo porque siento calambres en mis huesos, pereza de seguir y balazos de agua en los ojos de mi alma.
¿Ahora? ¿Qué hago los mates ricos que nos acompañaron al amanecer y antes de que se esconda el sol? ¿La cama? ¿Los almuerzos? ¿La soledad? ¿La tristeza?

- El señor es mi pastor, nada me puede faltar.

Repetimos todos juntos.
El agua bendita riega la madera. Las flores, quietas, colgadas rocían.
Suenan celulares, suenan campanas, ojos esquivan miradas, abrazos forzosos, silencio colectivo.
No hay palabras... No hay palabras. No. No hay tierra; no hay, ni habrá olvido.

domingo, 7 de agosto de 2011

Ballena y chancletazos




“Por vos, mataría una ballena a chancletazos”, fue lo más tierno que atiné a decirle, justo eso, nada más que eso. Podría haberle dicho otra cosa, como, cruzaría el charco de sal nadando para darte un beso, derribaría mil estrellas a gomerazos y llenaría tu habitación con asteroides espaciales, cosería la luna en el respaldar de tu cama y me acurrucaría debajo de tu axila, pero del lado izquierdo. Supongo que la gente se dice cosas así cuando está enamorada. La gente dice muchas cosas, o no, cuando siente que el corazón del alma se sonroja ante esa otra cosa, indescifrable, desconocida, ese chiste bien contado con forma de humano, que te hace cosquillas sin siquiera estar presente. No hay nada más terrible que estar enamorado, es la sarna de la vida cotidiana, pica hasta hacer retorcer las ideas.
¿Por qué ballena? ¿Por qué chancletazos? No estoy a favor de la violencia contra animales, tampoco contra cualquier ser vivo, por más diminuto que sea. Podría haber dicho algo menos agresivo, pero no. Fue ballena, una grande, gradísima resbalosa, babosa, ballenísima. Ella frente a mí, y yo, con una chancleta en la mano.
Pero vos no me pediste que mate una ballena y, mucho menos, a chancletazos. No lo permitirías, ¿cómo lo sé? Porque no tenés maldad en tu alma, porque estás rellena de luz, de carne y de cositas dulces y hermosas.
No es mi intención, o quizás, sí; hablo de otras cosas para no hablar de lo que quería que sepas. ¿Viste de grande que son las ballenas? ¿Viste de pequeño que soy? ¿Podés imaginarme frente a ella? Con nada más que ese elemento contundente, blando; con coraje corriendo por las venas y con la idea fija de vencer a esa bestia atemorizante. ¿Es que creés que no tengo miedo? ¿Es que creés que no puedo? ¡Claro que puedo! No solo lo hago por vos, también por mí. Tengo miedo, pero lo ignoro; valiente no es el que no tiene miedo, sino, el que teniéndolo, haciéndose pis en los pantalones y caca en los calzones, temblándole las piernas, lágrimas en los ojos y aterrado, busca vencerlos, aunque sea con una chancleta en la mano; aunque parezca imposible de lograrlo.
Con una chancleta mataré a esa ballena, le daré una paliza a esa continua intranquilidad que me devora, paraliza y no me deja ser yo. La vida es demasiado corta y trágica, para inventarse miedos en formas de ballenas, para llenar océanos con pirañas, meduzas y cualquier mojarrita carnívora de sueños. La vida es más simple. Mataré a esos tremendos miedos y me animaré sumergirme con vos. La vida es hacer lo que uno quiera… Mi vida está con vos. Las chancletas van en los pies para caminar juntos, mis manos, van tomando las tuyas y la ballena se hace pequeña. Tiene miedo de mi alegría. … La inseguridad, mataría la chancleta a ballenazos.