miércoles, 25 de junio de 2014

Al infinito con mi guiso

Mientras las gotitas se hamacaban en la noche de invierno, el cielo se acunaba con las nubes de mantitas. Mientras luces de edificios prendían y apagaban, los gatos se enredaban con la oscuridad, saltando los tejados, apoyando sus almohaditas en las asperezas de los techos.
Sabina me acompañaba con sus canciones mientras el guiso del mediodía se calentaba en la olla de teflón vieja y abollada. Me miraba al espejo y me volvía a mirar, me iba a controlar el guiso, volvía al baño para volver a mirarme en el espejo. Algo había cambiado. ¿Me había crecido la barba? No. ¿Estaba más calvo? puede ser, pero no era eso, era otra cosa. ¿Unas arrugas de más? sí, pero no era eso... Entonces, ¿cuál era la diferencia?... iba a bajar la llama de la hornalla para que el guiso no se queme, revolvía un poco más el guiso y volvía a mirarme al espejo. ¿Cuál era la diferencia? algo había cambiado, algo era diferente: era yo, pero no tanto, algo distinto, pero casi el mismo, pero no tanto...
el cadáver, eso fue... ya no lo llevaba a turucuto, eso fue... era yo, sin cadáver... era yo, cargándome a mí. Muchos kilos de menos, pero con unas alas de la concha de la lora dispuestas a ser desplegadas y hamacarme en el aire de invierno, con cualquier cielo... a costa de cualquier pronóstico metereológico... pero antes de callejear por la intergaláctica, me voy a comer, porque todo es más lindo con la pancita llena...

martes, 24 de junio de 2014

Tirando la mano, escondiendo la piedra

-Ahí te va, ahí tenés- me dijo.
Salió volando por los aires y me guanteó la cara a mano abierta. Lo que siguió fue el desembarco de don absurdo, inmigrante de la tierra llamada "boludez adolescente", cuyo presidente era este personaje cobarde. Dispuesto a declarar la paz repartiendo chirlos.
- ¡Cualquiera tira la mano y esconde la piedra!- Le dije entre dientes.
- No sé de qué me hablás si yo no hice nada. Solo le dije que no sabía quién le había roto el jarrón al papá.
- ¿Pero, él se había dado cuenta que faltaba ese jarrón? Porque estaba enbalado en una caja debajo de muchas cosas, en una pieza que nadie usa. Quizás, ni sabía que tenía un jarrón.
- No, no me había preguntado, pero te juro por todas las estrellas que están en el universo que no le dije que rompieron el jarrón.
- ¿Rompieron? Querrás decir: rompiste- le aclaré
- Bueno, solo le dije que alguien rompió el jarrón, pero no le dije todos los detalles: quién, dónde, cuándo, porqué. Solo le dije que está roto.
- Pero puede pensar que fui yo.
- Te juro que no le dije quién fue- me dijo.
A todo esto, cualquiera puede preguntarse ¿y... para qué? cómo voy a saberlo. Cualquiera tira la mano y esconde la piedra. Y cuando la piedra comienza a pesar se la encaja al perejil que se le cruza: moñito, bien adornada... y así, sin querer queriendo, terminamos con los bolsillitos llenos de ripio, sumergidos en un mar de quilombos y recibiendo guantazos de manyin.

domingo, 15 de junio de 2014

yo y mi forcluido

a eso que está forcluido...
para eso que no está incluido,
grita y no hace ruido.
A eso paralelo que nunca cruza;
a los anhelos que a veces impulsan
al mengano que se la suda...
A eso que está forcluido...
a eso que a veces me hace ruido
al que cree no ser incluído...
a ese, berrinchoso
poco dichoso
dicharachoso
a ese baboso sujeto forcluido...
a ese, a veces lo invito
al terrorífico
al meta-vomitivo
a ese, ahora lo invito..
dale, di que sí,
será divertido;
dale, tendrá sentido...