sábado, 7 de abril de 2012

Sublime



Te creé porque necesitaba creer en el algún día; te hice a imagen y semejanza mía, pero sin vicios, a esos los guardé para mí. En la figura perfecta hermosa ilusoria escondí mis miedos y con el pincel más berreta del mundo te bosquejé: sin brazos, sin cuerpo… sin las necesidades mundanas, sin  pecado. Te inventé para ser defendido y le pegues a la injusticia como nadie le pegó, para que respeten a los indefensos granitos de sal…

Tan hermoso, tan sublime, tan perfecto, tan… que me olvido del pasto, del piso, tan... que me incluí en el bosquejo pasivo; porque nada se puede hacer cuando estás aquí: imaginado, inmortalizado, poderoso… pero pasivo; rascándote las pelotas a dos manos, sacándote las pelusas del ombligo y jugando a la pulseada china con tus dos manos…

Crayones gastados por remarcar las líneas borroneadas en los dolores silvestres: miseria humana, sensación de inseguridad que nos muestra la televisión, vecinos que miran poco y hablan mucho, vecinos que miran mucho y hablan poco…

Tan idealizado, tan hermoso, tan perfecto…
Un jarrón de oferta para adornarse la conciencia moral…
Un ingeniero nuclear tejiendo a crochet…
Una tabla de picar carne para golpearse el pecho…
Una licuadora para triturar a los demás…
Una paja de mancos…

Así era mi dibujito acrayonado…
Una imagen perfecta en el papel de mis fantasías…
Un garabato inútil en lo pragmático…
Una nube de pedo que viene a castigar a los malos, salvar a los buenos pero… nunca viene, y más de uno: se murió esperando, se cansó de esperar, lo mataron por esperar o mató a los que no esperaron….
Así era mi dibujito mal pintado… la pistola de algunos, la razón de vivir de muchos, el odio de otros…. una cruz en el cuello, en la espalda, en los genitales, en el alma, en la boca, en la frente, en el culo…
Así estoy yo… acrayonándome también, con el dibujo en la cabeza, sosteniéndolo desde el alma… y, odiándolo de a ratitos, defendiéndolo en otros, agradeciéndole siempre y amándolo a veces…
Así estoy yo… conociéndome para pintarte mejor…
Aquí estoy, muriéndome de ganas por dejarle la pasividad al dibujito y ser yo el activo…
Aquí estoy, ofreciéndome de a pedazos para llegar a la libertad…
Aquí estoy, muriéndome de ganas por ser

domingo, 1 de abril de 2012

Ladrillos de papel


                              
De la puerta para afuera Narciso apuñalado. Adormecido, ultrajado, herido, se recostó como un pancho cualquiera que busca lo inencontrable, lo imposible, lo ininventable, lo inimaginable, lo inexplicable; como un pancho cualquiera que le busca fondo a un anillo.

Como siempre, la sorpresa lo sorprendió mal peinado para el casorio.

Tres cerros de amarga aca comió de multa, un vaso de cerveza tomó para no raspar su gargantita, una lágrima de leche con algunas caricias fantasmas. Trató de beberse cualquier compañía para coser las botamangas del pantalón que le quedaba 3 talles más grande... ¿y todo eso para qué? todo para que el fracaso le chupe el huevo derecho, un foco de bajo consumo y el poni rosa al que había ensillado con tanto cuidado...

Todo volvió al mismo punto en el que se echa el perro: un corazón de sístoles y diástoles latiendo como siempre, sin fisuras, alegrías, tristezas, sonrojos, sonrisas; un corazón a secas, como el de cualquier ser humano; un corazón biologizado y deshumanizado...

Ojos sin miradas, sonrisas arrugadas...

Es que tanto buscar en el fondo del anillo las desilusiones no tardan en llegar.
Los anillos no tienen fondo, la ilusión sí. Así es como todo trastabilla y viene la inseguridad a cobrarle el alquiler del bienestar...

Porque la seguridad es calma aburguesada, una chispa que puede apagarse, fugarse y abandonarlo en bolas en la oscuridad.... Y es que la seguridad la construyó cuando todo estaba en su lugar, por eso hay brisas que le derriban las paredes de cartón, ladrillos de papel y, a la mierda la ilusión y los firuletes que adornaba la desilusión.

¡Y sí! la realidad lo visita de vez en cuando, y siempre lo agarra mal parado.

Esa brisa de desilusión es la que apuñala a Narciso y lo deja de la puerta para afuera, deja el alma desnuda con la mano en el bolsillo, haciendo duelos por cascarones rotos, pollitos desplumados y, fundamentalmente, por el frío de hospedar la inseguridad con Narciso: apuñalado, adormecido, ultrajado, herido de la puerta para afuera...