domingo, 1 de abril de 2012

Ladrillos de papel


                              
De la puerta para afuera Narciso apuñalado. Adormecido, ultrajado, herido, se recostó como un pancho cualquiera que busca lo inencontrable, lo imposible, lo ininventable, lo inimaginable, lo inexplicable; como un pancho cualquiera que le busca fondo a un anillo.

Como siempre, la sorpresa lo sorprendió mal peinado para el casorio.

Tres cerros de amarga aca comió de multa, un vaso de cerveza tomó para no raspar su gargantita, una lágrima de leche con algunas caricias fantasmas. Trató de beberse cualquier compañía para coser las botamangas del pantalón que le quedaba 3 talles más grande... ¿y todo eso para qué? todo para que el fracaso le chupe el huevo derecho, un foco de bajo consumo y el poni rosa al que había ensillado con tanto cuidado...

Todo volvió al mismo punto en el que se echa el perro: un corazón de sístoles y diástoles latiendo como siempre, sin fisuras, alegrías, tristezas, sonrojos, sonrisas; un corazón a secas, como el de cualquier ser humano; un corazón biologizado y deshumanizado...

Ojos sin miradas, sonrisas arrugadas...

Es que tanto buscar en el fondo del anillo las desilusiones no tardan en llegar.
Los anillos no tienen fondo, la ilusión sí. Así es como todo trastabilla y viene la inseguridad a cobrarle el alquiler del bienestar...

Porque la seguridad es calma aburguesada, una chispa que puede apagarse, fugarse y abandonarlo en bolas en la oscuridad.... Y es que la seguridad la construyó cuando todo estaba en su lugar, por eso hay brisas que le derriban las paredes de cartón, ladrillos de papel y, a la mierda la ilusión y los firuletes que adornaba la desilusión.

¡Y sí! la realidad lo visita de vez en cuando, y siempre lo agarra mal parado.

Esa brisa de desilusión es la que apuñala a Narciso y lo deja de la puerta para afuera, deja el alma desnuda con la mano en el bolsillo, haciendo duelos por cascarones rotos, pollitos desplumados y, fundamentalmente, por el frío de hospedar la inseguridad con Narciso: apuñalado, adormecido, ultrajado, herido de la puerta para afuera...

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