martes, 15 de octubre de 2013

Triciclo, helado y cuchita


Te invité a subir a mi triciclo para darle otra vuelta de rosca a los tornillos flojos de nuestras almas... tenías las piernas largas, la ñata hermosa, los ojos brillosos. Tenías cabeza de piña, sonrisa de cuarto creciente, manos de algodones...

Te invité a tomar un helado cálido de primavera para devorarnos un ratito con las miradas entre burbujitas arcoiris de detergente, palomas, dinosaurios, perros nubes, afropótamos, reptar y todos los animales mitológicos que quiero ser cuando se desperezan las mañanas y la noche se despabila, cuando las tardes se pintan de naranja con el pincelito embebido de acuarela y carnaval...

Te invité a pasar a mi cuchita para acurrucarnos con las diferencias, con las sábanas, los mates y cualquier ensueño que nos lleve a columpiarnos en los anillos de algún planeta escondido, en donde la revolución es el motor, la tracción a sangre, la necesidad, el deseo, la razón de la vida... y volvemos, nos vamos, nos escondemos, nos volamos la cabeza, nos desintegramos, nos desatomizamos, nos diluímos, evaporamos, condensamos, caemos en un chaparrón, nos encontramos, nos miramos, nos callamos, volvemos a mirar y seguimos apoyándonos, escuchándonos. Vuelven los mates, las pelis, los paseos de peatonal, los amontonamientos de la mendoza, las charlas sobre la transformación de la realidad, el sujeto activo, el alquimista de lo cotidiano que transforma cerros de aca en igualdad...

Te invité a desplazarnos como dos mortales de la mano...

Te invité a entrar

Te invité a andar en mi triciclo

Te invité a tomar un helado

Te invité a quedarnos con nosotros mismos, y ser los mismos que cambian en el proceso del desplazamiento que hacen los mortales cuando arrancan los motores de los triciclos y atraviesan cantando como desquiciados las lluvias platinadas de la vida...

Te invité a entrar, a tomar helado corriendo el riesgo de que si se nos derramaba encima ibamos a quedar pegados por la pegatina con la que son elaborados... y así quedamos, pegajosos de eternidad, de cosquillitas en los ombligos y pájaros bailando zamba en la saviola...
Te invité a entrar y me gustaría que te quedars... porque me gusta que nos construyamos castillitos de arena en lo abstracto y nos reconstruyamos en lo cotidiano...
Te invité a entrar porque me gustás...

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